Los meniscos son anillos de fibrocartílago en forma de
semiluna que rellenan el espacio entre el fémur y la tibia. Tienen una cara
superior cóncava, una parte medial cilíndrica y una cara inferior plana. Estos
anillos están interrumpidos a la altura de las espinas tibiales, con un cuerno
anterior y otro posterior.
Ayudan a la congruencia articular entre la epífisis distal del fémur y la proximal de la tibia, forman una almohadilla elástica capaz de adaptarse y transmitir las presiones, favorecen mecánicamente la lubricación intraarticular y protegen e interactúan con el cartílago articular.
Durante la extensión, los meniscos se
desplazan hacia delante y el cuerno posterior del menisco externo se ve
impulsado hacia delante debido a la tensión del ligamento meniscofemoral,
simultánea a la tensión del ligamento cruzado posterior. Por otro lado, durante
la flexión, el menisco interno es impulsado hacia atrás por la expansión del
semimembranoso, que se inserta en su borde posterior, mientras que el cuerno
anterior es impulsado por las fibras del cruzado anterior que se dirigen hacia
él. El menisco externo, por su parte, es impulsado hacia atrás por la expansión
del músculo poplíteo.
Durante los movimientos de rotación
axial, los meniscos siguen exactamente los desplazamientos de los cóndilos
sobre las glenoides. A partir de su posición neutra, durante la rotación externa de la tibia sobre el fémur, el menisco externo se
desplaza hacia delante respecto de la misma y el menisco interno se dirige
hacia atrás. Sin embargo, durante la rotación interna, el
menisco interno avanza mientras el externo retrocede.
Mecanismos lesionales
Los movimientos de la rodilla pueden
ocasionar lesiones meniscales cuando estos no siguen los desplazamientos de los
cóndilos sobre las glenoides. Es el caso de un movimiento de extensión brusco
de la rodilla, de modo que no hay
tiempo para que uno de los meniscos se desplace hacia delante.A este mecanismo se deben las roturas transversales o
las desinserciones del cuerno anterior.
Otro mecanismo de lesiones meniscales
se debe a la distorsión de la rodilla asociando un movimiento de lateralidad
externa y una rotación externa. De esta forma, el menisco interno se ve
desplazado hacia el centro de la articulación bajo la convexidad del cóndilo
interno, donde queda pellizcado entre el cóndilo y la cavidad glenoidea debido
al esfuerzo de enderezamiento. Por consiguiente, se produce una fisura
longitudinal del menisco, una desinserción capsular total o, incluso, una
fisura compleja.
La ruptura de un ligamento cruzado
también desencadena una lesión en el menisco. Por ejemplo, debido a la rotura
del ligamento cruzado anterior, el cóndilo interno, que ya no queda
forzosamente retenido en la parte posterior, se desplaza cizallando el cuerno
posterior del menisco interno y provoca una desinserción capsular posterior o
una fisura horizontal.
Por otro lado, a causa del envejecimiento, los meniscos
pierden progresivamente su capacidad elástica y presentan mayor facilidad para
romperse. También, debido a alteraciones anatómicas, se produce un mayor desgaste por sobrecarga de los meniscos.
Diagnóstico de la rotura meniscal
Para verificar el diagnóstico,
existen una serie de maniobras exploratorias encaminadas a evidenciar el dolor
o los chasquidos que se producen cuando se realiza flexo-extensión y rotación
combinada de la rodilla.
La maniobra de Apley demuestra que, en una lesión
meniscal, la movilidad articular no es dolorosa si está descomprimida. Se
realiza con el paciente en decúbito prono, comparando el dolor que provoca la
flexo-extensión de la rodilla comprimida con la rodilla a distracción. Para
ello, se imprime un movimiento rotatorio a la pierna, internamente para
explorar el menisco externo y externamente para explorar el externo.
La maniobra de McMurray se realiza en decúbito supino flexionando la
rodilla. Se coloca el dedo en el borde del menisco y se lleva a cabo una extensión
en rotación interna y en rotación externa. Si existe una lesión del menisco
interno se notará un chasquido al extender en rotación externa, mientras que
con una lesión del menisco externo el chasquido se oirá al extender en rotación
interna.
Tratamiento de la rotura meniscal
Los objetivos de la fisioterapia en la rotura de menisco son
reducir los síntomas (dolor e inflamación principalmente) y la recuperación de
la movilidad, fuerza y propiocepción de la rodilla. Su fisioterapeuta realizará
una exploración física de su rodilla y decidirá qué técnicas son las más
adecuadas para su caso. El tratamiento de fisioterapia puede incluir algunas de
estas técnicas:
- Electroterapia analgésica y antiinflamatoria para reducir el dolor y la inflamación.
- Movilizaciones pasivas para aumentar la movilidad articular.
- Ejercicios de potenciación de la musculatura, principalmente cuádriceps.
- Electroestimulación para reforzar la musculatura.
- Estiramientos.
- Ejercicios de propiocepción (equilibrio y coordinación).
- Crioterapia.
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